martes, 20 de octubre de 2009

Y USTED ¿ES REVOLUCIONARIO O CONTRARREVOLUCIONARIO?


La revolución de Mayo y el Mayo Francés

Parece que Mayo tiene una brisa diferente. Un aire revolucionario. El frío parece hacer que los corazones y la mete funcionen para generar calor y permitir vivir.

Días de revolución se vivían allá por 1810 en el Virreinato del Río de La Plata. Caído el rey de España por parte del ejército francés, con Napoleón a la cabeza, ya no había autoridad a la que respondiera el virrey. Esto, sumado a diferentes descontentos generó la necesidad de independencia.


Conformado el primer cabildo abierto, cuya autoridad era el virrey comenzaron las discusiones, a tal punto que debió ser suplantado por Cornelio Saavedra, porque era una paradoja estar contra el virrey, comandados por el virrey. A pesar de todo, Saavedra quería un cambio paulatino dentro de los regímenes reales. Pero personalidades como Mariano Moreno pedían una independencia total.

Las guerras por la independencia y las campañas hacia el Alto Perú, Paraguay y Oriente terminaron por definir el nuevo territorio y a su vez, la independencia de los demás virreinatos, muchos de ellos ayudados por el prócer más importante de nuestra historia, el revolucionario libertador de América José de San Martín.

Y será que Mayo tiene magia. Cientos de años después, en 1968, en Francia, muy lejos de la Argentina ocurrió el conocido Mayo Francés. Fue una rebelión de estudiantes que reclamaban aquello mismo que se ha visto en la nota anterior sobre la reforma universitaria. A ellos se les sumaron los trabajadores, cansados de la opresión. Pero lo que más sorprende es la creatividad, la invitación a la acción, el pedido de libertad de este mayo francés.

Cómo, como alumnos, trabajadores, miembros de la sociedad nos quedamos dormidos ante lo que pasa a nuestro alrededor. Cómo nos quedamos aburridos ante lo que nos resulta cómodo. Cómo pretendemos aprobar materias sin pensar en lo que estamos aprendiendo sólo por el hecho de decir aprobé. Cómo nos dejamos pisotear por jefes que se abusan de que necesitamos un sueldo para vivir. ¡Cómo no nos damos cuenta el poder que tenemos en nuestra fuerza de trabajo, en nuestra capacidad de aprender!

Gracias al mayo francés, se sabe que gente de todas las edades, gente de todos los sectores sociales pueden generar un movimiento, pueden pensar, pueden reclamar lo que les corresponde. Y si bien quienes la encabezaron no llegaron a lo que reclamaban en ese momento, arribaron a un final mucho más prometedor. Abrir de cuajo las mentes de los que estamos con mucho ruido en nuestras sienes. De los que vemos que todo lo que nos dicen que es no es igual ante nuestros ojos. “Los cobardes son los que se cobijan bajo las normas” dijo Sartre, uno de los mayores exponentes de este episodio.

Entonces, lo invito, señor/a lector/a a que piense: qué hace usted cuando ve un niño en la calle pidiendo limosna, a un adolescente drogándose, cuando soporta los abusos de su jefe, cuando se entera que los votos en las elecciones están arreglados. Si usted se queda en una opinión simplista en su casa, de las puertas para adentro, pues bien, lamento informarle que usted es un contrarrevolucionario, alejado de los intereses que leyó en este análisis. Pero si usted, desde su humilde pero gran lugar de trabajador o estudiante o ambos intenta hacer algo para que esta realidad cambie, entonces, compañero, “seamos realistas y exijamos lo imposible” y hagamos de este mundo el nuestro.


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